Los cambios de presión en los edificios, normalmente debidos a corrientes de aire, afectan al funcionamiento vital de las puertas de protección contra incendios.
Los resultados de la sobrepresión/depresión sobre las puertas son:
– Ya no cierran completamente y en caso de incendio se puede propagar sin obstáculos y convertirse en una amenaza para personas y bienes.
– Golpean con fuerza y provocan un gran ruido.
En muchos casos hay esclusas cortafuego en las que se disponen dos puertas cortafuego, una detrás de la otra, como sucede en los garajes subterráneos. Cuando se abre la primera puerta y se deja cerrar automáticamente mientras la segunda puerta está cerrada, se produce un cojín de aire que puede impedir el cierre completo.
También el riesgo de lesiones crece cuando una sobrepresión o depresión aumenta el par de cierre por encima de lo permitido. Las normas de producto no ofrecen ninguna solución cuando se sobrepasan los momentos de cierre.
Un análisis de riesgos puede concluir que la puerta accidentada no se debería haber puesto en funcionamiento por la elevada energía cinética en la zona de cierre, imputando responsabilidades por el “incumplimiento” de los momentos de cierre.